Investigadores de la universidad de Yale, en los Estados Unidos de América, realizaron un estudio con diez mil ejecutivos jóvenes para medir el poder de la amistad en la calidad de vida de los americanos.
El resultado fue impresionante: tener amigos reducía en nada menos que el 50% el riesgo de muerte, sobre todo por enfermedades, en un periodo de cinco años. Estas informaciones fueron publicadas por un periódico carioca, recientemente, nos invitan a pensar al respecto de las amistades que cultivamos.
Muchos de nosotros tenemos facilidad para hacer nuevos amigos. Pero, no siempre tenemos habilidad suficiente para mantener esas amistades. Es que, por el grado de intimidad que los amigos van adquiriendo en nuestras vidas, nos olvidamos de respetarlos.
Así, en un día difícil, creemos que tenemos el derecho de gritar al amigo. Al final, con alguien debemos desahogar la rabia que nos domina. Porque estamos juntos muchas horas, justamente por ser amigos, nos permitimos usar para con ellos miradas agresivas, de palabras rudas.
O entonces, usamos a nuestros amigos para la lamentación constante. Todos los días, en todos los momentos en que nos encontramos, sea para una comida, un paseo, una visita al teatro o al cine, allá estamos nosotros, usando los oídos de nuestros amigos como basureros.
Es eso así. Escupiendo en ellos toda la lama de nuestra amargura, de nuestras quejas, de nuestras quejas. Casi siempre, producto de nuestra forma pesimista de ver la vida. Sí, nuestros amigos deben saber de las dificultades que nos llegan para nosotros poder ayudarlos. Lo que no quiere decir que debamos estropear todos los momentos de encuentro, de cambio de afecto, con nuestros pedidos, nuestra tristeza.
Los amigos también tienen sus dificultades y para alegrarnos, procuran olvidarlas y vienen, con su presencia, a colocar flores en nuestro camino árido. Otras veces, nos permitimos usar a nuestros amigos para bromas tontas, hasta de mal gusto.
Creemos que ellos, por ser nuestros amigos, deben soportarlo todo. Y casi siempre nos volvemos inconvenientes y los herimos.
Por eso, la mejor fórmula para hacer y mantener amigos es usar la gentileza, la simpatía, la dulzura en el trato con las personas.
Recordemos que la amistad, como el amor, necesita ser alimentada con las palabras de nuestro jardín. Por eso la amistad necesita, para mantenerse de la tierra blanda de la bondad, del sol del afecto, de la lluvia de la generosidad, de la brisa leve de los pequeños gestos de todos los días.
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Usa la cortesía en tus movimientos y acciones, generando simpatía y amistad.
Puedes comenzar en tu ambiente de trabajo. Los que trabajan contigo merecen tu consideración y tu respeto.
Hazlos tus amigos. Por eso, en el trato con ellos, usa las expresiones: por favor, gracias.
Acuérdate de decir buenos días, con una sonrisa, deseando de verdad que todos ellos tengan un buen día.
Observa y ayuda cuanto puedas, generando un clima de simpatía.
Se amigo de todos y esparce el perfume de la amistad por donde vayas y donde estés.
Fonte:
Sei nº 1676 de 13/05/2000 – pág. 2 – Amizade: um tesouro a ser conquistado
Amistad: un tesoro para conquistar
Vida Feliz nº CLXXIII
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Mensaje traducido por ISABEL GONZÃLEZ-España